- Precisión comprobada: proporciona mediciones confiables, ideales para detectar fiebre o controlar la salud de los niños y adultos.
- Fácil de usar: solo hay que colocar el termómetro en la boca, axila o recto, y esperar unos minutos para obtener la lectura.
- Durabilidad: fabricado con materiales resistentes, puede durar muchos años si se cuida correctamente.
- Seguridad: el mercurio es tóxico, por eso es importante manipularlo con cuidado y desecharlo correctamente si se rompe.
- Alternativas: en algunos países, los termómetros de mercurio están en desuso por razones ambientales y de salud, por lo que conviene consultar las regulaciones locales.