- El tamaño y diseño de la vivienda.
- La calidad y grosor del panel SIP utilizado.
- La complejidad de la estructura y acabados.
- Costos adicionales como permisos y mano de obra especializada.
- Reducción en tiempos de construcción.
- Mayor eficiencia energética, lo que se traduce en menor gasto en calefacción y refrigeración.
- Menor impacto ambiental por su proceso de fabricación y materiales sostenibles.