Carlo Goldoni.
Pamela núbil - Mirandolina - La viuda astuta.
Buenos Aires: Losada, 1970. Biblioteca clásica y contemporánea N° 363. 18 x 12 cm.; 261 páginas. Muy buen estado. Tapa blanda.
Hay nombres -Shakespeare, Moliere, Ibsen- que evocan naciones, épocas o todo un movimiento dramático. Este es también el caso de Goldoni. Porque nadie mejor que él representó a la bullente Italia del siglo XVIII; porque en ningún escenario hubo un testigo más exacto, divertido y animoso que Goldoni de los últimos años del Ancien-régime, sin que por esto dejase de ser un sagaz avizor del triunfo de la revolución burguesa. "La commedia dell'arte se dormía / vieja borracha; y él con sólo un gesto / le hizo nacer del flanco deshonesto / la doncella verdad y su alegría." Así lo supo ver Carducci; pero para que esta imagen cobre ante nosotros todo su esplendor recordemos que la Venecia donde nació la obra de Goldoni era la de los viejos mercaderes, honestos, avaros y tradicionalistas, de sus inquietas mujeres e inquietantes hijas, custodiadas celosamente dentro de sus casas; era también la Venecia de los aventureros y de los estafadores; pero sobre todo era la Venecia del carnaval y de las máscaras, la Venecia de la euforia y el teatro. Justamente un día de Carnaval, el 25 de febrero de 1707, y en Venecia nació Carlo Goldoni. Aunque una y otra vez abandonó la enseñanza metódica para acompañar a comediantes o componer sátiras llenas de gracias y picardía, logró sin embargo coronar con éxito sus estudios de derecho civil y canónico; pero entonces no buscará en las leyes su fortuna, sino en su vocación entrañable: el teatro. Las comedias, tragedias, dramas para música e intermedios compuestos a lo largo de su vida suman 212 títulos; 30 de éstos mantienen aún hoy una indiscutible lozanía, como bien podrá juzgarlo todo aquel que se interne en estas tres obras incorporadas a la Biblioteca Clásica y Contemporánea: La viuda astuta (La vedova scaltra), Mirondolino (La locandiera) y Pamela nubil (Pamela nubile), que representan tres precisos momentos de la dramaturgia goldoniana. Como un Galileo de las artes, Goldoni desterró lo sobrenatural, lo gigantesco, lo declamatorio y lo retórico, y nos descubrió el rostro de sus contemporáneos con amable ironía. En el París convulsionado de la Revolución murió el 5 de febrero de 1793.